Aceite de Oliva Virgen Extra como principal elemento de la Dieta Mediterránea gana en prestigio cada día como alimento saludable.
Pues bien, gracias a los estudios de investigación realizados con el aceite de oliva, han permitido que tras la evaluación de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EPSA), basada en criterios científicos establecidos, se haya publicado el 25 de mayo de 2012 el Reglamento nº 432/2012 de la Comisión por el que se establece una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables.
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El acido oleico del aceite de oliva es una grasa insaturada. La sustitución de grasas saturada por grasa insaturadas en la dieta ayudan a mantener niveles normales de colesterol sanguíneo.
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El Aceite de Oliva Virgen Extra es fuente de vitamina E, que contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo
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Los polifenoles del aceite de oliva contribuyen a la protección de los lípidos de la sangre frente al daño oxidativo”. El efecto beneficioso se obtiene con una ingesta diaria de 20 g de aceite de oliva, que contenga un mínimo 250 mg de hidroxitirosol y sus derivados, por cada Kg de aceite.
Los lípidos de la sangre son sustancias grasas como el colesterol y los triglicéridos. Un nivel muy alto de lípidos en la sangre no causa ningún síntoma, pero con el correr de los años puede dañar los vasos sanguíneos y aumentar su riesgo de tener enfermedades cardiacas o un accidente cerebrovascular.
Aunque no existen informes que confirmen que todo se sabía en la antigüedad, sí hay indicios de que eran conscientes de algunas de sus propiedades. En el Egipto faraónico, por ejemplo, el aceite de oliva virgen extra ya se empleaba, curiosamente para lo mismo que en la actualidad, aliñar las ensaladas, junto con un poco de sal.Una de las primeras referencias que se tiene del aceite de oliva aparece en un papiro egipcio, en el siglo XII antes de Cristo, en el que se decía que “de estos árboles (los olivos) puede extraerse el aceite más puro”. Más tarde, los griegos fueron los encargados de introducir el cultivo de estos árboles en Italia, donde se adaptaron con facilidad.
Los romanos, al igual que los habitantes de la antigua Grecia difundieron y fomentaron la cultura del olivo y del aceite, así se contribuyó a que su importancia fuera en aumento así como las hectáreas dedicadas a su cultivo.
Hoy se sabe que los AGMI tienen la ventaja de no reducir e incluso elevar los niveles de colesterol «bueno» o HDL-COL (lipoproteínas de alta densidad). Téngase en cuenta que también se conocen los efectos de cantidades excesivas de AGPI, ya que cuanto más insaturado es un ácido graso es más fácil que se formen a partir de él productos muy reactivos como radicales libres o hidroperóxidos, que pueden ocasionar daños a la membrana celular. Además pueden afectar a las lipoproteínas que transportan el colesterol «malo» o LDL (lipoproteína de baja densidad). Estas últimas son las que estarían implicadas en el inicio y el posterior desarrollo de la arterioesclerosis. Las dietas ricas en ácido linoleico (AGPI) producen unos LDL más fáciles de oxidarse que las que tienen una elevada cantidad de ácido oleico.